Una mujer está en la cama con su amante cuando oye al marido llegar.
Vamos - le dice al amante - Deprisa, quédate en pie allí en la esquina.
Rápidamente, ella cubre el cuerpo del amante con aceite y lo salpica con talco por encima y le dice:-
No te muevas hasta que yo te diga. Finge que eres una estatua. Yo vi una igualita en casa de los Almeida.
En eso, el marido entra y pregunta:- ¿Que es esto?
Ella, fingiendo naturalidad: - ¿Eso? Ah, es sólo una estatua.
Los Almeida colocaron una en el cuarto de ellos y me gusto tanto que compre una igual. Y no se hablo más de la estatua.
A las dos de la madrugada, la mujer está durmiendo y el marido todavía esta viendo la TV.
De repente, el marido se levanta, camina hasta la cocina, prepara un sandwich, agarra una lata de cerveza y va para el cuarto.
Allí, se dirige a la estatua y le dice:- ¡Toma, come y bebe algo, hijo de puta! Que yo me quede dos días como un idiota, en el cuarto de los Almeida y ni un vaso de agua me ofrecieron.
Vamos - le dice al amante - Deprisa, quédate en pie allí en la esquina.
Rápidamente, ella cubre el cuerpo del amante con aceite y lo salpica con talco por encima y le dice:-
No te muevas hasta que yo te diga. Finge que eres una estatua. Yo vi una igualita en casa de los Almeida.
En eso, el marido entra y pregunta:- ¿Que es esto?
Ella, fingiendo naturalidad: - ¿Eso? Ah, es sólo una estatua.
Los Almeida colocaron una en el cuarto de ellos y me gusto tanto que compre una igual. Y no se hablo más de la estatua.
A las dos de la madrugada, la mujer está durmiendo y el marido todavía esta viendo la TV.
De repente, el marido se levanta, camina hasta la cocina, prepara un sandwich, agarra una lata de cerveza y va para el cuarto.
Allí, se dirige a la estatua y le dice:- ¡Toma, come y bebe algo, hijo de puta! Que yo me quede dos días como un idiota, en el cuarto de los Almeida y ni un vaso de agua me ofrecieron.