¿Vuelta a la normalidad?
no creo.
Después de 7 meses interminables de riadas constantes en el Ebro, por fin con la llegada de los meses estivales su caudal se normalizó y pudimos volver a pescar en el río en su estado salvaje.
Una zona en la que no muchos carperos acuden, pues el tamaño de sus peces no es nada comparable a los que existen unos kilómetros mas abajo del río, pero que no tienen nada que envidiar, debido a que la lucha de estas pequeñinas es sencillamente incomparable, potencia en estado puro y una energía envidiable.
Marchando a nuestro lugar de destino comentaba con mi hermano como habría quedado el río después de todas estas riadas, estábamos plenamente seguros de que las carpas estarían muy muy activas después de todo ese periodo, pero el río…
Javier mantenía su decisión de que no pensaba que hubiera cambiado mucho las zonas ya que esas zonas son bastante planas y sin muchos enganches, por lo tanto los obstáculos no suelen quedar retenidos, al menos en anteriores riadas.
Yo no estaba tan seguro, pensaba que con unas riadas tan constantes se podrían haber acumulado los sedimentos y formar enganches e incluso que algunos puestos acabaran con algún que otro árbol sumergido de más por las orillas.
Una vez en el puesto no había una aparente visión de cambios drásticos. Llegaron las primeras picadas, picadas muy raras y tímidas, y conseguimos llevar un pez a la moqueta, más tarde había muchas picadas fallidas, arrancadas que paraban, verdaderos quebraderos de cabeza para nosotros y un constante cambio de longitud de bajos, número de anzuelos, puentes de fluorocarbono, etc.
Llegaron nuevas picadas, pero muchas en la lucha notábamos como pasaban por numerosos obstáculos hasta que algunas quedaban atrapadas en ellos con nuestros montajes y perdíamos el pez y los montajes, hablando con gente que conocía muy bien la zona, nos comentaban que allí no había enganches y que ellos que también pescaron ese día también habían perdido muchos peces por esta causa.
Así que la naturaleza nos demostró lo que puede hacer cuando se lo propone, y a dejado puestos como ese con muchos obstáculos, veremos haber los que solemos habituar como han quedado, otro dato es que las carpas salían con abundantes roces y heridas, suponemos que por la freza, la riada y la actividad frenética de los siluros en esta.
Habrá que seguir probando nuestras zonas habituales y descubrir si ha habido algún cambio, o si no han corrido la misma suerte que otros escenarios.
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CarpRubén.
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